martes, 11 de octubre de 2011

Intimidad con Dios.


Es imposible decirlo de otra manera, con tanta exactitud y belleza, 'De oídas te había oído;
mas ahora mis ojos te ven'. Job encontró su tesoro... Job encuentra a Dios en la invocación más profunda. Cuando lo invoca, allí establece un altar, y el verdadero altar no es otra cosa que el corazón del hombre.
Cuando invocamos la presencia de Dios, por la fe nuestro corazón es poseído por Él, y nuestros ojos verdaderamente lo ven. Se torna en realidad para nosotros, es parte de nuestra vida, es la vida misma.
"Descubre tu presencia,
y mátame tu vista y hermosura;
mira que la dolencia
de amor, que no se cura
sino con la presencia y la figura".
San Juan de la Cruz

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