Caminar desde Cristo.: Lecturas del XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario 1...:
El trabajo, la laboriosidad, la vida en familia siempre fueron muy apreciadas por los escritores del Antiguo Testamento. El ejemplo de mujer hacendosa que nos pone hoy el libro de los Proverbios refleja ese trabajo armónico en el hogar, que era –y es—la base de la vida familiar.
En este salmo 127 recordamos como Dios colma a sus criaturas –a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos y lugares— de bendiciones. Y las primeras de estas bendiciones son, sin duda, las familiares. La familia ha sido ese templo doméstico donde se adora a Dios. Es lo que nosotros hoy
llamamos la Iglesia doméstica. Bella forma, este salmo 127 de orar a Dios desde el seno de la familia.
llamamos la Iglesia doméstica. Bella forma, este salmo 127 de orar a Dios desde el seno de la familia.
San Pablo sigue narrando –como en domingos anteriores— los acontecimientos esperados al final de los tiempos. Y es la Carta a los Tesalonicenses un relato impresionante que gira en torno a la Segunda Venida del Señor. Son lecturas propias de este tiempo final que ya espera el Adviento.
La parábola que Jesús no explica hoy –nos la narra San Mateo— es propia de los últimos días del tiempo ordinario. El premio por los resultados de los dones que hemos recibido del señor –por los talentos— forma parte de ese resultado postrero de servicio a los hermanos. Los réditos que el Señor quiere son obras para los hermanos. Jesús como el domingo anterior nos pide que estemos atentos y que trabajemos en paz, que nunca estaremos ociosos esperando acontecimientos.
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