Caminar desde Cristo.: Comentarios a la lecturas de la Inmaculada Conce...:
Es este un mundo de hombres y mujeres libres, abierto por Dios desde el mismo momento de la creación del hombre, la realidad impuesta por el hombre es contradictoria. Muchos no quieren la libertad. A los más les produce miedo. Y ese miedo a la libertad engendra muchos pecados. Pero la libertad es también una de las facultades más nobles del género humano. Su capacidad libre de decisión le hace grande. Será bueno o malo por el uso de su libertad. No podrá responsabilizar de sus pecados a nadie. Pero tampoco nadie podría borrarle el enorme mérito de hacer el bien libremente. Solo la omnipotente justicia de Dios puede haber previsto esa libertad total de su criatura.
María fue libre para asumir su camino y admitir con alegría la presencia en su seno del Salvador del Mundo. Desde ese momento –es bueno enfatizar lo obvio— la historia de Cristo está ligada a la joven de Nazaret. De ahí puede entenderse con toda facilidad la importancia del culto cristiano a la Santísima Virgen. Extraña el abandonismo de los cristianos reformados respecto a la valoración de la figura de Santa María en el camino de los creyentes. Pero no es este tiempo de controversias, ni de alejamientos. En Adviento estamos en situación de vigilia pacífica esperando la venida de Jesús y hemos de rogar, con toda nuestra fuerza, que cuando Jesús vuelva por segunda vez todos sus seguidores –todos, absolutamente todos los que mencionamos su Nombre—estemos unidos en la
caridad.
caridad.
La consecuencia fundamental de la escena que nos cuenta San Lucas es la venida de Jesús para salvar a la humanidad. Y el Dios convertido en uno de nosotros será el que vaya a dar sentido a nuestras vidas para buscar eso que se ha llamado el Reino y que comenzará a anunciar Juan, el Hombre del Desierto. Debemos allanar los caminos, abajar los riscos y hacer del amor entre los humanos el mejor puente de santidad, como muy bien expresan el profeta Isaías y el Evangelista Marcos en la misa del pasado domingo, de anteayer. Tenemos, en estos días, que llenarnos de amor por Dios y por los hermanos y rezumar alegría por la espera del Niño Dios. No hay que quitar al Adviento su significado de espera familiar, de tiempo de hermandad, ni restarle todo el encanto que reúne su condición de "fiesta infantil". Es verdad, que nos quejaremos del exceso de consumismo que aplicamos en nuestra forma de celebrar el nacimiento de Cristo, pero también vamos a gritar a los cuatro vientos que es día más importante de la historia, la jornada donde comenzó nuestro mundo y nuestra era. El principio del mejor camino: el de Cristo. En su espera lo que nos lleva confiados a pedirle a la Virgen, concebida sin mancha, que nos muestre la dirección de Belén.
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