viernes, 29 de julio de 2011

María, plena intimidad con Dios.

Felices los que escuchan la Palabra y la practican

«Cuando Jesús terminó de hablar, una mujer levantó la voz en medio de la multitud y le dijo: “¡Feliz el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron!”. Jesús le respondió: “Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican”» (Lucas 11, 27-28)…


María, la Madre de Jesus, tuvo un privilegio único… solamente ella, entre todos los millones de seres humanos a lo largo de toda la historia de la humanidad, tuvo la bendición de engendrar al Hijo de Dios en su vientre… solamente ella tuvo el privilegio de amamantarle y de escucharle decir: “Mamá”… cuando miramos eso, no podemos aspirar a llegar a tener semejante gracia pues esa solamente le corresponde a María…

Pero en este pasaje, Jesús nos abre la puerta a la esperanza… pues Él nos dice que María, aún antes de ser Madre, fue discípulo… y si tuvo el privilegio de encarnarle en su seno fue porque primero “escuchó la Palabra de Dios y la puso en práctica”… y a eso también podemos aspirar nosotros… a ser discípulos obedientes y fieles, que buscan cumplir la Voluntad de Dios en sus vidas… para, así, volver a encarnar a Jesús en su corazón…

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