Comenzamos el llamado Tiempo
Ordinario, que comprende las más de treinta semanas del año litúrgico que no
están comprendidas en los tiempos fuertes de Adviento-Navidad y Cuaresma-Pascua.
Merece toda nuestra atención pues, como no está enfocado hacia alguna fiesta
especial, tiene por objeto celebrar y alimentar la vida cristiana en cuanto
centrada en la fe en Cristo muerto y resucitado.
En este tiempo litúrgico hemos
de poner todo nuestro empeño en la celebración del domingo, el día del Señor,
que es como un símbolo de la vida cristiana, pues, en él, recordamos a Cristo
muerto y resucitado que se hace presente en la Palabra y en el Sacramento de la
misa dominical.
Es un día distinto de los demás
y nos advierte que nuestra condición de cristianos debe dejar un sello especial
a nuestra presencia en el mundo.
Las lecturas de hoy nos pueden
ayudar a descubrir el factor cristiano que debe marcar nuestra vida. San Pablo
se dirige a la comunidad de Corinto, muy tentada de dejarse llevar por el
libertinaje de aquella ciudad portuaria, y escribe una frase que nos da una
clave importante para nuestra tarea: "No os poseéis en propiedad, porque
os han comprado pagando un precio por vosotros".
La lectura evangélica describe
la escena entrañable y programática de la primera llamada que hace Jesús a sus
futuros discípulos. En resumen, es el itinerario de todo encuentro con Cristo.
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