En este domingo las lecturas primera y tercera enseñan a observar la ley sin glosas y la segunda explica que el verdadero culto se ha de manifestar en las obras de caridad y en no contaminarse con el mundo.
El ser humano, propenso siempre a la supervaloración de lo externo y socialmente cotizable en su vida y en su conducta, fácilmente se inclina el formalismo religioso. Se ha de insistir en la interiorización de los cultos religiosos, pues la trascendencia de la fe cristiana y del Evangelio radica, fundamentalmente, en la transformación interior del hombre según el diseño y la gracia santificadora que nos ha traido la obra redentora de Jesucristo.
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