Caminar desde Cristo.: Lecturas del II Domingo de Pascua 23 de abril de 2017...:
El encuentro del Resucitado con los discípulos, les había cambiado la vida. Todos eran hermanos y sentían lo mismo: la alegría de la Pascua.
Contemplaban los acontecimientos a la luz de la Verdad y, en ello, ponían todas ilusiones y toda su existencia.
El choque del Resucitado con los apóstoles había sido tan decisivo que, su testimonio, era algo natural, espontáneo y lógico: disfrutaban hablando de Aquel que, bajando a la muerte, subió de la tierra tal y cómo les anunció en los días de su pasión.
¿Y ahora? Como, en todos los grupos, salió una voz discordante y disconforme. Tomás, incrédulo, no solamente no creía que Jesús hubiera resucitado, es que además se negaba a dar por válido y serio el testimonio del resto de sus compañeros. Su fe, la de Tomás, estaba sostenida por su forma particular de comprender y de acoger las cosas: todo lo que no veo, queda fuera de mí. No me sirve.
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