“Las formas y caracteres individuales de los seres que
viven y crecen,
de los seres inanimados, de los animales,
de las flores y de toda la naturaleza,
constituyen su santidad a los ojos de Dios.
Su esencia es su santidad.
Es la huella de la sabiduría
y la realidad de Dios en ellas.
La especial y torpe belleza de ese potro
en este día, en este campo, bajo estas nubes,
es una santidad consagrada a Dios
por su sabiduría creadora,
y proclama la gloria de Dios.
Las pálidas flores del cornejo
que crece fuera de esa ventana son santas.
Las florecillas amarillas que nadie percibe
al borde de aquel camino
son santas que contemplan el rostro de Dios.
su trama de fibras y su forma santa propia,
y lo que hace
santas a la perca y a la trucha
que se ocultan en los profundos remansos del río
son su belleza y su fuerza.
Los lagos ocultos entre las colinas son santos
y el mar también es un santo que alaba a Dios
sin interrupción
con su majestuosa danza.
La gran montaña, hendida y medio desnuda,
es otro de los santos de Dios.
No hay otro como ella.
Es única en su especie;
no hay nada en el mundo que haya imitado
ni pueda imitar jamás a Dios
de la misma manera.
Esa es su santidad.
Pero ¿y tú? ¿Y yo? "
THOMAS MERTON
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