La primera lectura del profecía Miqueas señala a Belén como el lugar del nacimiento del Mesías. Y en todas las alusiones al Mesías dicho texto era fundamental. Incluso cuando Herodes, ante la demanda de los Magos, pregunta a sus doctores,éstos le dan testimonio con Miqueas. Todos, hoy, esperamos en el gran acontecimiento de Belén.
En el salmo, 79, el pueblo de Israel le pedía a Dios que restaurase el Reino de Salomón con todo su esplendor y la viña es simbología de la familia. Para nosotros es un canto de esperanza ante la proximidad de la llegada del Señor Jesús.
En la segunda lectura de la Carta a los Hebreos nos da la noticia profunda de Cristo. Es todo un tratado de cristología. Y así nos dice que la vida de Jesús es, desde el comienzo, ofrenda permanente de Cristo como servicio al Padre, en el plan concreto de la salvación.
El evangelio nos narra la escena memorable, bellísima y llena de significado como es la visita de María a su primera Isabel, en la montaña de Judea. Y como Isabel exclama su admiración ante la Madre del Señor. El Niño –el futuro Juan Bautista—también salto de gozo en el seno en la proximidad de María. Escuchemos con mucha atención.
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