Estamos celebrando esta fiesta de la Inmaculada en tiempo de adviento. No es difícil en este tiempo imaginar a María como una mujer alegre en la esperanza. María está alegre porque espera, con esperanza activa, que Dios nazca en su vida y en la vida de todas las personas que ama. Dios ha querido hacerse carne en su vientre y María está alegre porque sabe que, por medio de ella, Dios quiere nacer y crecer en el corazón de todos los creyentes. María está alegre porque sabe que la gracia de Dios le ha permitido a ella ser colaboradora del Dios que, por amor, ha venido a salvarnos y a redimirnos a todos. En este día mariano del adviento vamos a pedirle a Dios que se encarne y crezca cada día un poco más dentro de nuestro corazón. Aprovechemos este Año Jubilar de la Misericordia.
La Inmaculada, la que
nunca estuvo sujeta a la esclavitud del pecado, fue objeto de todas las
complacencias divinas. Pero también fue la mujer más libre y responsable, sin
condicionamientos de un mal pasado, capaz de asumir una función especialísima
en la historia de nuestra salvación. Su maternidad fue efectivamente
responsable, fue madre porque quiso serlo. María acogió al Mesías deseado por
todo el pueblo y soñado por todas las mujeres de Israel. En ella llega a su
culminación la esperanza de todos los hombres y mujeres del mundo.
María es la
"nueva Eva". Eva es seducida y engañada por
el orgullo y el ansia de dominio. Se dejó seducir por el pecado y fue sometida
al yugo de la violencia, del temor, de la tristeza, de la culpabilidad, de la
ignorancia y de la tiranía. María también es seducida, pero es por el Amor de
Dios. Por eso recibe del ángel este mensaje lleno de confianza: "no
temas". María". María, humilde y confiada, libre y obediente es el
prototipo de la mujer nueva, el principio de la nueva humanidad basada en el
amor y en la confianza en la voluntad de Dios. María quiere alimentarse de la
Palabra de Dios, no de otras cosas pasajeras o engañosas. María se contrapone a
Eva, salva a Eva, la rehabilita. Eva transmite dolor y esclavitud, María ofrece
liberación y gracia. La "llena de gracia" vence al mal y nos invita a
nosotros a asociarnos con ella en la lucha. Sabemos que el Señor "está con
nosotros". La fiesta de la Inmaculada, al comienzo de este tiempo es un
estímulo para nuestra "espera confiada".
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