martes, 26 de julio de 2011

Ser Totalmente de Dios.

Entregarse a Él y a su servicio por amor, es la vocación, no sólo de algunos elegidos, sino de todo cristiano: consagrado o no, hombre o mujer Todos son llamados a seguir a Cristo.


Y cuanto más se avanza por este camino, más se hace semejante a Cristo, y puesto que Cristo personifica el ideal de la perfección humana, -libre de toda mancha, rica de caracteres masculinos y femeninos, libre de toda limitación terrenal, sus seguidores fieles son elevados por encima de los confines naturales.
Por eso encontramos en hombres santos una bondad y una ternura femenina una solicitud verdaderamente maternal por las almas confiadas a ellos; y en mujeres santas una audacia y una disponibilidad y decisión auténticamente masculinas.


De este modo el seguimiento de Cristo conlleva el desarrollo en plenitud de la vocación originaria del hombre: ser autentica imagen de Dios; imagen del Señor de lo creado, conservando, protegiendo y haciendo crecer a toda criatura que se encuentre en su ambiente; imagen del Padre, generando y educando por paternidad y maternidad espiritual- hijos para el reino de Dios.


(Ser finito y ser eterno)



EDITH STEIN (Sta. Teresa Benedicta de la Cruz)

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