martes, 8 de noviembre de 2011

La meditación.

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Dice el Catecismo de la Iglesia Católica que la MEDITACION es sobre todo una búsqueda, en la que la persona

trata de comprender el por qué y cómo de la vida cristiana para responder a lo que el Señor le pide (cfr. #2705). En este tipo de oración contemplamos por medio de representaciones mentales y/o lecturas, algún pasaje de la Sagrada Escritura, , o alguna verdad de nuestra Fe, o alguna faceta o momento de la propia vida, para tratar de descubrir en la meditación la Voluntad de Dios para sí. Es un trabajo intelectual con el que se busca mover la voluntad hacia un mejoramiento espiritual.

Dice Sta. Teresa de Jesús sobre este tipo de oración: "Llamo yo meditación al discurrir mucho con el entendimiento", y en cierta forma la contrapone a la contemplación. La aprueba sin mucho entusiasmo ("es admirable y muy meritoria oración"), pero para ella, la meditación es búsqueda, tanteo; la contemplación, hallazgo, posesión.
Recomienda no convertir toda la oración en discurso: "Es bueno discurrir un rato ... pero que no se vaya todo el tiempo en esto ... porque la sustancia de la oración no está en pensar mucho, sino en amar mucho ... y amar es complacer a Dios en todo".
Aconseja que "acallado el entendimiento" se dé paso al silencio amoroso, a la atención íntima, envolvente. Advierte que no es lo mismo "componer razones" (discurrir) que "hacer actos de alabanza a Dios", ni trabajar el entendimiento "sacando muchos conceptos" que prorrumpir en palabras interiores de la persona que las expresa ante el Amigo.
Y recomienda "se esté allí con El, acallado el entendimiento. Si pudiere, ocuparle en que mire que le mira, y le acompañe, y hable, y pida, y se humille y regale con El". El paso a esta oración más sencilla en la que "no se discurre" y se silencia el entendimiento puede hacerse "cuando por sus secretos caminos parece que entendemos que nos oye Dios o se siente la presencia de Dios".

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