Dios solamente necesita un segundo de plena confianza en Él para entrar de lleno en nuestra vida. Dios aparece claramente en nuestra vida cuando nos abandonamos totalmente a Su providencia. Totalmente significa sin la más mínima duda de que Él nos dará lo que necesitamos. Dios interviene clara y directamente en la historia de Sus hijos cuando éstos han eliminado todas sus dudas sobre Su poder y Su fidelidad con nosotros. Tan solo hace falta un segundo de vivencia de abandono en Él. En ese preciso instante, Dios irrumpe con fuerza en nuestra vida y llega aquello que esperamos. Él solo necesita de un solo segundo. Es poco, ciertamente, pero para Él significa mucho: durante un solo segundo Él puede reinar totalmente en nuestra vida. Con nuestra fe y abandono le hemos abierto totalmente las puertas de nuestra existencia para que Él nos colme con su voluntad. Y Él lo hace, porque es lo que quiere hacer: colmarnos, satisfacernos, realizarnos totalmente en Él y crear en nuestro corazón una nueva Alianza de su Amor y su Providencia. Pero Él necesita de nuestro permiso total. Si Él ve que tenemos una mínima duda, no entra en nuestra historia, porque para Él es mucho más importante nuestro consentimiento y nuestra libertad. Y es que Dios entiende que la más minima duda nuestra es un rescoldo de nuestra voluntad de hacer nuestra vida, de que aún tenemos que resolvernos nuestros problemas porque, en el fondo, creemos que Dios no nos escucha.
Por tanto, si le pedimos y no vemos respuesta es que seguimos teniendo un problema: pedimos sin fe. Ya lo advertía Jesús: necesitamos rezar con absoluta convicción de que lo que pedimos Él ya nos lo ha dado:
"Yo os aseguro: si tenéis fe y no vaciláis, no solo haréis lo de la higuera, sino que si aún decís a este monte: Quítate y arrójate al mar, así se hará. Y todo cuanto pidáis con fe en la oración, lo recibiréis" Mt 21, 21-22
También nos habla de ello la Epístola de Santiago. En este caso, porque nuestra petición es totalmente interesada:
"No tenéis porque no pedís. Pedís y no recibís porque pedís mal, con intención de gastarlo en vuestras pasiones" St 4, 2b-3
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