c) Promover la comunión
La vivencia de la espiritualidad de comunión nos ayudará a
reconocer el don que el Espíritu Santo hace a la Iglesia mediante los carismas
de la vida consagrada. «Vale también, de forma concreta para la vida
consagrada, la coesencialidad, en la vida de la Iglesia, entre el
elemento carismático y el jerárquico que Juan Pablo II ha mencionado muchas
veces refiriéndose a los nuevos movimientos eclesiales. El amor y el servicio
en la Iglesia requieren ser vividos en la reciprocidad de una caridad
mutua»[62].
La espiritualidad de comunión se favorece cuando se establecen
cauces que la facilitan y se fomentan dinamismos de colaboración. En este
sentido, las exhortaciones postsinodales relativas a las formas de vida en la
Iglesia aportan especialmente las características de: diálogo, par
ticipación-colaboración y corresponsabilidad:
·
Diálogo: El diálogo,
caracterizado por su íntima vinculación con la caridad[63], se presenta en la
actualidad como una de las primeras consecuencias de la comunión y requisito
imprescindible para la operatividad. Así lo señala expresamente Vita conse
crata cuando resalta que la experiencia de estos años confirma sobradamente
que el diálogo es el nuevo nombre de la caridad, especialmente de la
caridad eclesial; el diálogo ayuda a ver los problemas en sus dimensiones
reales y permite abordarlos con mayores esperanzas de éxito. La vida
consagrada, por el hecho de cultivar el valor de la vida fraterna, puede
contribuir a crear un clima de aceptación recíproca, en el que los diversos
sujetos eclesiales, al sentirse valorados por lo que son, confluyan con mayor
convencimiento en la comunión eclesial, encaminada a la gran misión
universal[64]. «Es preciso que las iniciativas pastorales de las personas
consagradas sean decididas y actuadas en el contexto de un diálogo abierto y
cordial entre obispos y superiores de los diversos Institutos. La especial
atención por parte de los obispos a la vocación y misión de los distintos
Institutos, y el respeto por parte de estos del ministerio de los obispos con
una acogida solícita de sus concretas indicaciones pastorales para la vida
diocesana, representan dos formas, íntimamente relacionadas entre sí, de una
única caridad eclesial, que compromete a todos en el servicio de la comunión
orgánica –carismática y al mismo tiempo jerárquicamente estructurada– de todo
el Pueblo de Dios»[65]. El diálogo estará siempre acompañado de una adecuada
información, lo que posibilita el mejor conocimiento y la eficaz
cooperación[66].
·
Participación: Otra
característica que se ha hecho patente en los últimos años es la preocupación
por hacer que la Iglesia sea expresión de una comunidad participativa,
inspirada y alentada por la vida trinitaria. Hablar de laparticipación
en la Iglesia es una exigencia intrínseca de la vocación cristiana y de la
comunión eclesial en su organicidad[67]. Así, dirigiendo la mirada al
postconcilio, puede constatarse que se ha producido un «nuevo estilo de
colaboración entre sacerdotes, religiosos y fieles laicos»[68]. Esta participación
de todos, tanto en la santidad[69] como en la vida y misión de la Iglesia tiene
su origen en la participación en el triple oficio de Cristo vivida y actuada en
la comunión y para acrecentar esta comunión[70], a cuyo servicio se
ponen las diversas y complementarias funciones y carismas, en colaboración
y coope ración[71]. «Esta colaboración supone el conocimiento y la
estima de los diversos dones y carismas, de las diversas vocaciones y
responsabilidades que el Espíritu ofrece y confía a los miembros del Cuerpo de
Cristo; requiere un sentido vivo y preciso de la propia identidad y de la de
las demás personas en la Iglesia»[72].
·
Corresponsabilidad: Por
último, señalamos la corresponsabi lidad [73] que se deriva de la
conciencia de la comunión eclesial: «La conciencia de esta comunión lleva a la
necesidad de suscitar y desarrollar lacorresponsabilidad en la común y
única misión de salvación, con la diligente y cordial valoración de todos los
carismas y tareas que el Espíritu otorga a los creyentes para la edificación de
la Iglesia»[74].
(Documento de la CCE sobre la vida consagrada.
Madrid, 19 de abril de 2013).
(Documento de la CCE sobre la vida consagrada.
Madrid, 19 de abril de 2013).
No hay comentarios:
Publicar un comentario