Se nos dice en “Las Moradas” o “El Castillo Interior” de Teresa de Avila que la puerta que abre ese Castillo Interior de nuestro espíritu, donde Dios mora en secreto, es la oración.
Y dice que “la persona que reza pero sin advertir, sin darse cuenta con quién habla y lo que pide, en realidad no hace oración”.
Oración y meditación no son muy diferentes para el principiante, recordar entonces que para ingresar a nuestro Castillo Interior es importante la “puerta de la oración”.
También los cristianos hablan de los “logismoi” o sea, los pensamientos, no todos, sino los pensamientos que son dañinos para la elevación espiritual. Llaman “logismoi” a los pensamientos, impulsos, pasiones, vicios, etc., y todo ello es lo que el hombre debe combatir a través de la sobriedad, a través de la vigilancia, llamada “nepsis” en el vocabulario técnico de la espiritualidad cristiana oriental.
A esa “nepsis” a veces también se la traduce como un estado de atencionalidad, un estado de vigilancia del corazón sobre todo cuanto acontezca en su reino para que el mismo permanezca purificado y pueda ingresar luego al mundo de la oración, al mundo de la meditación.
Es importante recordar una vez más que la puerta para ingresar al Castillo del alma es la oración.
Por eso Santa Teresa dice que cuando estamos en esta clase de estudio no hablamos de las almas tullidas sino de las otras que ya tienen un anhelo por ingresar a ese Castillo Interior. Nos dice que con ella ingresan sabandijas (las pasiones) que no le permiten ver la hermosura de ese maravilloso Castillo, pero que con el andar de las horas y de los días y de los años, todos esos placeres del demonio –nos dice ella– van a quedar en el mundo y el alma del hombre va a lograr tener una especie de nupcias con el Señor de la Gran Morada, el que está en ese centro, en el Castillo Interior.
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