miércoles, 10 de junio de 2015

Vida íntima de Dios en el hombre.


“Dios se hizo hombre para hacer al hombre Dios”, (San Agustín).

‘Porque el Hijo de Dios se hizo hombre para hacernos Dios’(S. Atanasio, Inc., 54, 3). “El Hijo Unigénito de Dios, queriendo hacernos partícipes de su divinidad, asumió nuestra naturaleza, para que, habiéndose hecho hombre, hiciera dioses a los hombres’) (Santo Tomás de A., opusc 57 in festo Corp. Chr., 1)” ( CIgC 460)

Con el bautismo recibimos el Espíritu Santo, comienza un proceso de identificación con Cristo, esto nos lleva a un estado de Gracia, supone la presencia activa del Espíritu Santo, la Gracia siempre va acompañada de virtudes que perfeccionan nuestro obrar, de igual modo de los Dones y frutos del Espíritu Santo.

Dios se comunica gradualmente al hombre, lo prepara por etapas para acoger la Revelación sobrenatural que hace de sí mismo y que culminará en la Persona y la misión del Verbo encarnado, Jesucristo. S. Ireneo de Lyon habla en varias ocasiones de esta pedagogía divina bajo la imagen de un mutuo acostumbrarse entre Dios y el hombre: “El Verbo de Dios ha habitado en el hombre y se ha hecho Hijo del hombre para acostumbrar al hombre a comprender a Dios y para acostumbrar a Dios a habitar en el hombre, según la voluntad del Padre” (haer. 3,20, 2; cf. por ejemplo 17,1; 4, 12, 4; 21, 3).

La vida del cristiano esta llamada a ser una progresiva participación de la vida de Cristo, el mismo Señor lo ilustra usando la alegoría de la vid y los sarmientos (Jn.15, 4-5).

Esto no es sólo una imagen, sino que es una realidad, cada cristiano en la medida en que se une y alimenta de la vida de Cristo, puede llegar a decir: “Ya no soy yo quién vive es Cristo quién vive en Mí” (Gál. 2,20). Cristo mismo nos enseña también que somos Hijos de Dios, porque hemos recibido el Espíritu Santo (Rom.8, 14), así que somos convertidos en hijos adoptivos de Dios y asimilados al hijo de Dios por la presencia en nosotros del Espíritu Santo que es el mismo Espíritu de Cristo.

Esta doctrina la podemos profundizar en olas hermosas y profundas sentencias de los santos Padre: “El Verbo se encarnó para hacernos ‘partícipes de la naturaleza divina’(2 P 1, 4): ‘Porque tal es la razón por la que el Verbo se hizo hombre, y el Hijo de Dios, Hijo del hombre: para que el hombre, al entrar en comunión con el Verbo y al recibir así la filiación divina, se convirtiera en hijo de Dios’(S. Ireneo, Haer., 3, 19, 1).

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