La segunda parte de la Cuaresma (domingos tercero, cuarto y quinto) cada uno de los Ciclos tiene un tono propio marcado por los Evangelios que se leen en ellos: el Ciclo A tiene un tono Bautismal (se inicia un proceso catecumenal que culmina con el bautismo en la noche de Pascua), el Ciclo B incide más en el camino de la Cruz, y el actual Ciclo C insiste en la necesidad de la conversión y por eso en los próximos domingos –el hijo pródigo y la adúltera- nos presentarán, desde distintas perspectivas, la misericordia de Dios y también la nuestra.

La Cuaresma viene a ser como un signo sacramental de esta conversión. Es una llamada a los cristianos a encarnar más intensa y concretamente el misterio pascual en su vida personal, familiar y social, poniendo en práctica las clásicas armas que nuestra madre la Iglesia pone a nuestra disposición: el ayuno (encuentro con nosotros mismos), la oración (encuentro con Dios) y la limosna (encuentro con nuestros hermanos).
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