Estamos en los
días de pasión, días de recuerdo hondo que han de llenar nuestros corazones de
sentimiento agradecido ante Cristo,
Señor nuestro, que calla y sufre, que camina "Sin gracia ni belleza para
atraer la mirada, sin aspecto digno de complacencia".
Domingo de
Ramos, Jesús vuelve a pasar ante nosotros con aires de humildad y pobreza, el
Señor se nos hace presente en la Iglesia, tan humillada a veces... Ojalá
descubramos tras la humanidad de Cristo, su grandeza majestuosa y le aclamemos,
más que con palabras, con la vida misma.
Este es el
Mesías al que nosotros, en este domingo de Ramos, aclamamos con entusiasmo.
La celebración de hoy nos abre la puerta al
Triduo Pascual, pero también espera de nosotros una respuesta que es la disponibilidad personal para
convertirnos en parte activa de la historia que se nos cuenta en estos días. Y
la mejor prueba de que, ciertamente, acompañamos a Jesús es que lo estemos
haciendo con nuestros hermanos, con los que más sufren y, también, con aquellos
que no buscan o no creen en Jesús. Si nosotros se lo mostramos, aún colgado de
la cruz, todos comenzarán a recibir una paz profunda en sus corazones: la Paz
de Cristo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario