sábado, 1 de junio de 2024

Comentario de las lecturas de la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. 2 de junio 2024

Caminar desde Cristo.: Comentarios de las lecturas de la solemnidad del S...

Hoy celebramos una fiesta entrañable para los católicos. Hoy celebramos lo único que realmente podemos celebrar los cristianos y aun los hombres todos. Porque hoy celebramos el amor de Dios, Dios es amor y que nos ama desmesuradamente.


Frente a tantas elucubraciones de sabios y eruditos, que a veces desfiguran el rostro de Dios y nos lo hacen terrible o inaccesible, la fiesta del Corpus nos descubre el verdadero rostro de Dios, que es su amor por nosotros, hasta el colmo del sacrificio del cuerpo y de la sangre de su propio Hijo "por nosotros".

Por eso es importante despojarnos de prejuicios y escuchar con atención y sencillez la palabra de Dios. Lo que Dios nos ha manifestado sobre sí mismo en su Hijo Jesucristo.

Centradas las lecturas de este ciclo B en la sangre de Cristo, aparece con este signo más clara la idea de alimento y de salvación. Pues sabemos que la sangre transporta el alimento a las células y como la sangre mediante transfusiones salva vidas. Ya desde antiguo se veía en este líquido rojo un signo importante como signo de compromiso, como vemos en la primera lectura. Por otra parte también se suele decir de los hijos, “son sangre de mi sangre”, o se dice “hermanos de sangre”, para hacer referencia a una unión más especial. Todos esos signos se vuelven más diáfanos este día; pues es la sangre de aquel Dios hecho hombre la que nos da la vida que viene del Padre, la que alimenta a este cuerpo que es su Iglesia, la que nos salvó de la muerte eterna o la que selló y confirmó una nueva alianza de Dios con los hombres.

Se sugiere en el texto  lo que hemos de hacer del amor a Dios y a los hermanos nuestra mejor misión. Amemos con más entrega a los que más nos necesitan: los más pobres, los que nadie quiere.

Para nosotros creyentes del siglo XXI es importante recordar que Jesucristo, en la Última Cena, al instituir la Eucaristía, utiliza los mismos términos que Moisés utiliza en la primera lectura «sangre de la Nueva Alianza», indicando la naturaleza del nuevo pueblo de Dios, que, habiendo sido redimido, es en plenitud «pueblo santo de Dios» (cfr Mt 26,27 y par.; 1 Co 11,23-25).


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