Seriedad en el acompañamiento espiritual cristiano.
El AE no es un tipo más de
relación de ayuda entre tantas (asistente social, consejería educacional,
terapia sicológica, etc.). Es obvio que existen actitudes básicas comunes a
toda relación de ayuda que están también presente en el AE. Así por ejemplo
la acogida, la no manipulación de la persona, el respeto profundo hacia el
otro y su historia, etc. Sin embargo, el AE dice relación al Espíritu
trabajando en nosotros -vida en el Espíritu- (en la persona acompañada y en
el acompañante). Más aún: este es el
Espíritu del Padre y del Hijo como vivido y revelado en Jesús. Un hermano,
una hermana ayuda a otro hermano/a a ser más hijo/a en el Hijo.
El AE es un don que desde pentecostés
el Espíritu regala a algunos en la comunidad cristiana. Ministerio que ha
estado y estará siempre presente, bajo una forma u otra en la comunidad de creyentes.
Es la ayuda dada y recibida para vivir más plenamente el bautismo. Es
espiritual porque dice relación con el Espíritu, como fuente y presencia
actuante.
El AE cristiano esta enraizado en el Dios personal y Trino. No se
refiere en su orientación a cualquier tipo de relación con cualquier tipo de
trascendencia. Más concretamente: el AE facilita y anima nuestro crecimiento
al estilo de la vida y misión de Jesús,
muerto y resucitado. Es una ayuda que una persona ofrece a otra para que crezca
en su fe y sea ella misma en la realización de la voluntad de Dios. Al decir
de San Ignacio al final de sus cartas, "para que la voluntad de Dios
siempre sintamos y en todo enteramente cumplamos" (Carta a su hermano
Martín, junio 1532, y otras varias).
No se reduce el AE tampoco a
tratar de favorecer nuestra relación con Dios sin más, como si fuera posible
aislar nuestra relación con el Señor del resto de nuestra vidas, relaciones y
compromisos. El Dios cristiano lleva adelante hacia su consumación el Reinado
del Padre que trajo y predicó Jesús
(pléroma paulino). El AE como toda vida cristiana se enmarca dentro de la
construcción del Reinado de Dios en el Cristo total. No apunta a ningún tipo
de nirvana. No es un escapismo de la realidad o un intimismo que se contenta
con sentirse bien en la oración formal. Todo acompañamiento
espiritual cristiano -para personas de vocación activa y también para
aquellas de vocación contemplativa- ayudará al creyente acompañado a sentirse
responsable de la construcción del Reino.
Un AE que de alguna forma no integra
esto resulta dudoso y lleva a engaños.
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