Hemos rememoramos los textos de la Pasión y Muerte de Jesucristo. Su muerte no fue un hecho aislado, sino consecuencia y síntesis de su vida. Vivió para los demás. Amó siempre a
todos. Gritó libertad y liberación con su propia vida. Se vació de sí mismo. Se hizo pobre para que nosotros fuéramos ricos. Quebrantó el sábado y la ley cuando lo pidió el amor, a pesar de provocar el escándalo. Creyó en el Padre hasta el límite de la esperanza y la muerte. Tuvo miedo y siguió adelante. No vaciló en la tarea de llevar a cabo el plan del Padre. Amó sin esperar recompensa.
Tras la muerte del Señor, el mundo se
sumerge en un silencio que parece sin fin. Mañana por la noche estallaremos en
gozo y alegría. Regresemos, ahora, a nuestras casas recordando a todos los
crucificados de nuestro mundo y tomemos el firme compromiso por la solidaridad
y la justicia.
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