Las
lecturas de hoy nos sitúan ante la oración y sus modalidades. En la oración de
petición, no debemos tener nunca la sensación de que Dios, valiéndose de
cualquier milagro o de un solo movimiento de su mano, eliminará el mal del
mundo. Mientras creamos esto rezaremos oraciones que no tendrán respuesta y
rogaremos a Dios que haga cosas que no veremos realizar nunca. La creencia de
que Dios lo hará todo en lugar del hombre es tan insostenible como lo es creer
que el hombre puede hacerlo todo por sí mismo. También es una señal de falta de
fe. Debemos saber que esperar que Dios lo haga todo mientras nosotros no
hacemos nada no es fe, sino superstición.
El
poder contar con Dios, no quiere decir que tengamos que esperar que él nos
resuelva todos los problemas y menos aún que se ponga a favor de nuestros
pequeños intereses. Pero sí quiere decir que él nos da la mano en nuestro
caminar, nos da fuerza y valor. Es tener a alguien al lado que no nos deja
nunca, es poder vivir todo acontecimiento, por duro que sea, acompañado por un
amor muy grande, pleno, infinito.
Sería
un mal signo que a Dios le pidiéramos solo ayuda y fuerza para nuestras
angustias y problemas personales; es por esa razón que el Señor nos deja la
oración del Padre Nuestro como modelo perfecto de cómo y con qué actitud
debemos dirigirnos a Dios.
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