martes, 17 de febrero de 2015

6 febrero de 2008 Miércoles de Ceniza Card. Jorge Mario Bergoglio SJ, arzobispo de Buenos Aires Catedral metropolitana,

 Para meditar en esta Cuaresma.

* Mensaje del Cardenal Bergoglio para la cuaresma
La Iglesia nos pone en camino, un camino hacia el encuentro con Jesucristo, el único camino que tiene consistencia, el único válido que de alguna manera me lleva a encontrarme con mi Señor, el que da sentido a la vida. Y al comenzar hoy este camino nos hace participar de un gesto, de una palabra y de un consejo. Un gesto: todos vamos a recibir ceniza en la cabeza para indicar lo que somos. Años mas, años menos todos terminamos así: siendo ceniza. Y, sin embargo, una voz interior nos dice a todos: “vos naciste para otra cosa y no para lo que se va a convertir en ceniza”. Vos naciste para un encuentro, para una plenitud de corazón que es el encuentro con Jesucristo. Y hoy al recibir la ceniza, con esta significación, cada uno de nosotros se pregunta: “Qué busco yo en la vida?” Qué busco?
Busco el encuentro con Jesucristo que me va a hacer pleno, que me va a dar la única felicidad que no se puede perder? ¿O ando en la pavada? En la superficialidad? Padre, es que todo el mundo está así en la sociedad. Uno no puede ir a contracorriente… Es verdad, a veces el medio ambiente te tira abajo. No hace mucho leí una fábula escrita por un monje. Dice que unos chicos estaban subiendo una montaña y encontraron un huevo de águila y se lo llevaron a la casa. Cuando bajaron vieron que en el gallinero de la casa había una pava que estaba incubando y entonces le metieron el huevo de águila debajo de la pava con los huevos que ella tenia de sus futuros chicos. Y bueno, nacieron los pichoncitos todos iguales pero a medida que crecían se fueron diferenciando. Hasta que ya empezaron a tener cierta autonomía y los de la pava jugaban con el agua y el pichón de águila no lo sabía hacer pero estaba ahí, entre ellos; y cada vez que veía un águila volar sentía algo adentro que le tiraba para arriba pero no podía… Estaba entre los pavos…. Estaba en la pavada… Vos como estás? Vos que tenés vocación de águila, de encuentro con Jesucristo… para que vivís? Para la mundanidad? Para la apariencia? Pensémoslo todos, es un mensaje para todos. La ceniza nos pone esta pregunta: ¿Querés volar al mensaje de Jesucristo, ya desde ahora viviendo en plenitud o querés vivir en la pavada, en la superficialidad? Ese es el gesto. También la Iglesia nos pone delante una palabra. San Pablo, en la Segunda Lectura dice: “por eso les suplico en nombre de Cristo (que bonito… pide por favor) déjense reconciliar con Dios”. Cada uno de nosotros tenemos que encontrarnos más con el Señor, todos somos pecadores. Por favor, si hay alguno que no es pecador que levante la mano porque así le damos un premio. Todos somos pecadores. Todos. Y necesitamos reconciliarnos con Jesús de aquello que cada uno de nosotros sabe que tiene que dejarse reconciliar: una injusticia, un odio, una envidia, una agresión, una ruptura… uno sabe, Dios sabe. Pero San Pablo, como de rodillas nos pide:”Mirá, si sos cristiano dejate reconciliar con Dios!”. Y éste es el tiempo favorable para dejarnos reconciliar con Dios! Este tiempo de este camino en que vamos hacia el encuentro de Jesucristo que va a terminar acá la noche de Pascua cuando cantemos ese Aleluya lleno de felicidad. Porque ahí está nuestro triunfo. Dejate reconciliar con Dios. Esa es la Palabra. El gesto es la ceniza y la Palabra es “dejémonos reconciliar con Dios”. Y el consejo? El consejo es el que da Jesús en el Evangelio: “Mirá, no seas hipócrita, viví como lo que sos”. Si sos pecador, nos dice el Señor, hacé lo que hace todo pecador para quebrantar su corazón y convertirse. Reza más, hacé penitencia, (se priva de alguna cosa que le gusta o superflua), ayudá a los demás, hacé limosnas, hacé obras de caridad. No vivas para vos, porque fíjense que el pecado, en el fondo, se centra en el egoísmo. Y si vivimos en esa situación de pecado, vivimos centrados en nosotros mismos. Y configuramos ese tipo de hombre y mujer que en vez de llamarse Juan, Pedro, María, Antonia se llama yo-me-mi-conmigo-para mí. Y eso es lo que nos enseña el mundo, a ser yo-me-mi-conmigo-para mí. Vivir centrado en mí mismo, el egoísmo para mí y Jesús dice: “No. Rezá. Abrí tu
corazón a Dios. Abrí tu corazón a los hermanos y da limosnas. Private para dar limosna. Gastá tu tiempo visitando a tu hermano enfermo, acompañando a alguien que necesita en su soledad. No vivas para vos”. Hoy empezamos este camino con un gesto, una palabra y un consejo. La ceniza es el gesto; déjense reconciliar por Dios es la palabra y el consejo es más oración y más penitencia. Más servicio a los demás. Abramos nuestro corazón al servicio de los demás. Le pido a la Virgen que nos acompañe a todos nosotros en este camino; en este camino de reconciliación con Jesucristo y de encuentro con Jesucristo, que es lo más maravilloso que nos pasa en la vida. Cuando nos encontramos con el Señor nuestro corazón se ensancha, se hace grande, se hace generoso y es capaz de dar a los demás en vez de cosechar para si mismo. Que la Virgen nos ayude a entender que el egoísmo no lleva a ninguna parte. Que la vanidad y la apariencia no llevan a ninguna parte y termina en ceniza. Y si nos hace grandes el servicio a los demás y la adoración a Dios, nos abren el camino a ese encuentro con Jesucristo, cosa que pido para ustedes y para mí en este comienzo de la Cuaresma. Que así sea. Card. Jorge Mario Bergoglio SJ, arzobispo de Buenos Aires Catedral metropolitana, 6 febrero de 2008 Miércoles de Ceniza

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