1Hoy celebramos el Tercer Domingo de Adviento,
“Domingo de Gaudete”
El Tercer Domingo de Adviento
lleva el nombre de “Domingo de Gaudete”, o ‘Domingo de la Alegría’. Se denomina
así porque la tercera semana de Adviento parece despertar naturalmente una
sensación de ‘cercanía’, de que el más grande acontecimiento está ‘pronto’ a
suceder. Es esa experiencia del ‘falta poco’, por la que los corazones se
animan porque el trecho mayor ya está recorrido. Y la liturgia recoge este
sentir: la primera palabra que se dice en la introducción de la Misa es
precisamente Gaudete, es decir, “¡Regocíjense!”.
4.-En la celebración eucarística del día, el sacerdote se reviste con una casulla de color rosa, signo de gozo,
y la Iglesia invita a los fieles a profundizar en el deseo de conversión,
porque el Señor ha de llegar y todo debe estar bien dispuesto. De manera
coincidente, tanto en los templos como en los hogares se enciende la tercera
vela de la corona de Adviento, la única vela rosada.
El color rosa -asociado a la belleza y a la serena alegría- produce un contraste en la liturgia, en la que ha venido primando el violeta (morado) como signo de austeridad (actitud propia de las semanas de preparación para la Navidad). El color violeta ha de volver para el cuarto domingo de Adviento. En ese sentido, el rosa podría entenderse como un “ya, pero todavía no”, muy propicio para renovar esfuerzos o tomar aliento en el camino de conversión personal.
Hoy, vamos a encender la tercera vela de
nuestra corona de Adviento. El Señor está más cerca de nosotros y su luz nos
ilumina cada vez más. Abramos nuestro corazón, muchas veces oscurecido por las
tinieblas del pecado, a la luz admirable del amor de Dios.
Acudamos ahora a Santa María,
que colaborando con el Plan del Padre permitió que la luz del Señor ilumine a
la humanidad, y pidámosle que siga intercediendo por nosotros en este tiempo de
preparación. Rezamos un Padre nuestro y un Avemaría.
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