La exaltación de la Santa Cruz
La cruz es la gloria y exaltación de Cristo
"Por la cruz, cuya fiesta celebramos,
fueron expulsadas las tinieblas y devuelta la luz. Celebramos hoy la fiesta de
la cruz y, junto con el Crucificado, nos elevamos hacia lo alto, para, dejando
abajo la tierra y el pecado, gozar de los bienes celestiales; tal y tan grande
es la posesión de la cruz. Quien posee la cruz posee un tesoro. Y, al decir un
tesoro, quiero significar con esta expresión a aquel que es, de nombre y de
hecho, el más excelente de todos los bienes, en el cual, por el cual y para el
cual culmina nuestra salvación y se nos restituye a nuestro estado de justicia
original.
Porque, sin la cruz, Cristo no hubiera
sido crucificado. Sin la cruz, aquel que es la vida no hubiera sido clavado en
el leño. Si no hubiese sido clavado, las fuentes de la inmortalidad no hubiesen
manado de su costado la sangre y el agua que purifican el mundo, no hubiese
sido rasgado el documento en que constaba la deuda contraída por nuestros
pecados, no hubiéramos sido declarados libres, no disfrutaríamos del árbol de
la vida, el paraíso continuaría cerrado. Sin la cruz, no hubiera sido derrotada
la muerte, ni despojado el lugar de los muertos.
Por esto, la cruz es cosa grande y
preciosa. Grande, porque ella es el origen de innumerables bienes, tanto más
numerosos, cuanto que los milagros y sufrimientos de Cristo juegan un papel
decisivo en su obra de salvación. Preciosa, porque la cruz significa a la vez
el sufrimiento y el trofeo del mismo Dios: el sufrimiento, porque en ella
sufrió una muerte voluntaria; el trofeo, porque en ella quedó herido de muerte
el demonio y, con él, fue vencida la muerte. En la cruz fueron demolidas las
puertas de la región de los muertos, y la cruz se convirtió en salvación
universal para todo el mundo.
La cruz es llamada también gloria y
exaltación de Cristo. Ella es el cáliz rebosante, de que nos habla el salmo, y
la culminación de todos los tormentos que padeció Cristo por nosotros. El mismo
Cristo nos enseña que la cruz es su gloria, cuando dice: Ahora es
glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él, y pronto lo
glorificará. Y también: Padre, glorifícame con la gloria que yo tenía
cerca de ti, antes que el mundo existiese. Y asimismo dice: «Padre,
glorifica tu nombre». Entonces vino una voz del cielo: «Lo he glorificado y
volveré a glorificarlo», palabras que se referían a la gloria que había de
conseguir en la cruz.
También nos enseña Cristo que la cruz
es su exaltación, cuando dice: Cuando yo sea elevado sobre la tierra,
atraeré a todos hacia mí. Está claro, pues, que la cruz es la gloria y
exaltación de Cristo".
( De los sermones de san Andrés de Creta, obispo).
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