CARTA DE GÜIGO EL CISTERCIENSE AL
HERMANO GERVASIO SOBRE LA VIDA CONTEMPLATIVA (V).
X.
COMO LA GRACIA OCULTANDOSE DE NOSOTROS POR UN CIERTO TIEMPO COOPERE
A NUESTRO BIEN.
4.-Pero,
no temas, esposa, no desesperes, no te creas abandonada, si por algún tiempo el
Esposo
te oculta el rostro. Todo coopera para tu bien, y sacas ventajas tanto de su
venida como de su alejamiento. Viene para consolarte, se aleja por prudencia,
para que un consuelo tan grande no te enorgullezca, porque tú estando siempre
cerca del Esposo, no comiences a despreciar a tus compañeras,
y vayas a atribuir a la naturaleza y no a la gracia, este consuelo. De hecho la
gracia es ofrecida por el Esposo cuando quiere y a quien quiere, y no se
la puede poseer por derecho hereditario. Un axioma popular reza que
una excesiva familiaridad engendra desprecio. Se aleja pues
porque, por ser demasiado familiar, no vaya a ser despreciado, y para que,
ausente, sea más deseado y deseado con ansiedad, buscando y buscando
largamente, y por fin, encontrado con mayor alegría. Además que, si
llegase a venir a menos este consuelo, que, frente a la gloria que se ha de
revelar
en nosotros, esta en la obscuridad y es parcial, tal vez podríamos creer que
nos encontramos en la ciudad permanente y así buscaríamos con menos empeño la
futura. Y, para que no vayamos a considerar por patria el destierro y por
ultimo premio la promesa, el Esposo ora aparece, ora se aleja,
ora trae consuelo y otra lo cambia con el lecho lleno de dolor del enfermo. Por
un rato nos permite gustar cuán grande es su dulzura; y antes que podamos
saborearla hasta el fondo, se retira.
Y así
revoloteando con las alas desplegadas sobre de nosotros, nos incita, por así
decirlo, a volar, como si dijera: Ahí está, habéis gustado solamente un poco de
cuán grande sea mi dulzura y mi suavidad, pero si queréis hartaros hasta
el fondo de esta dulzura, corred en pos de mí, atraídos del perfume
de mis ungüentos, elevad los corazones hasta donde yo estoy a la diestra de
Dios Padre.
Ahí me
veréis no como un espejo, confusamente, sino cara a cara y vuestro corazón
gozará en plenitud y nadie os quitará vuestra alegría.
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