martes, 24 de abril de 2012

CARTA DE GÜIGO EL CISTERCIENSE AL HERMANO GERVASIO SOBRE LA VIDA CONTEMPLATIVA (V).


CARTA DE GÜIGO EL CISTERCIENSE AL HERMANO GERVASIO SOBRE LA VIDA CONTEMPLATIVA (V).
X. COMO LA GRACIA OCULTANDOSE DE NOSOTROS POR UN CIERTO TIEMPO COOPERE A NUESTRO BIEN.

4.-Pero, no temas, esposa, no desesperes, no te creas abandonada, si por algún tiempo el
Esposo te oculta el rostro. Todo coopera para tu bien, y sacas ventajas tanto de su venida como de su alejamiento. Viene para consolarte, se aleja por prudencia, para que un consuelo tan grande no te enorgullezca, porque tú estando siempre cerca del Esposo, no comiences a despreciar a tus compañeras, y vayas a atribuir a la naturaleza y no a la gracia, este consuelo. De hecho la gracia es ofrecida por el Esposo cuando quiere y a quien quiere, y no se la puede poseer por derecho hereditario. Un axioma popular reza que una excesiva familiaridad engendra desprecio. Se aleja pues porque, por ser demasiado familiar, no vaya a ser despreciado, y para que, ausente, sea más deseado y deseado con ansiedad, buscando y buscando largamente, y por fin, encontrado con mayor alegría. Además que, si llegase a venir a menos este consuelo, que, frente a la gloria que se ha de revelar en nosotros, esta en la obscuridad y es parcial, tal vez podríamos creer que nos encontramos en la ciudad permanente y así buscaríamos con menos empeño la futura. Y, para que no vayamos a considerar por patria el destierro y por ultimo premio la promesa, el Esposo ora aparece, ora se aleja, ora trae consuelo y otra lo cambia con el lecho lleno de dolor del enfermo. Por un rato nos permite gustar cuán grande es su dulzura; y antes que podamos saborearla hasta el fondo, se retira.

Y así revoloteando con las alas desplegadas sobre de nosotros, nos incita, por así decirlo, a volar, como si dijera: Ahí está, habéis gustado solamente un poco de cuán grande sea mi dulzura y mi suavidad, pero si queréis hartaros hasta el fondo de esta dulzura, corred en pos de mí, atraídos del perfume de mis ungüentos, elevad los corazones hasta donde yo estoy a la diestra de Dios Padre.

Ahí me veréis no como un espejo, confusamente, sino cara a cara y vuestro corazón gozará en plenitud y nadie os quitará vuestra alegría.

No hay comentarios:

Publicar un comentario