CARTA DE GÜIGO EL CISTERCIENSE AL
HERMANO GERVASIO SOBRE LA VIDA CONTEMPLATIVA (IV).
IX.
COMO SE OCULTA LA GRACIA
Alma mía, hemos hablado
largamente de todo esto. Seria muy bueno para nosotros quedarnos
aquí y con Pedro y Juan contemplar la gloria del Esposo, y quedarnos largo
tiempo con El, si El quisiera levantar aquí, no dos o tres tiendas, sino una sola,
dentro de la cual estaríamos juntos y juntos gozaríamos.
Pero, el Esposo dice: déjame, que llega la aurora. Ya has recibido la luz de la
gracia y la visita que deseabas. Y habiendo dado su bendición y herida la
articulación del muslo y cambiado el nombre de Jacob por el de Israel, el Esposo tan
largamente deseado, se aleja por un poco de tiempo,
desapareciendo repentinamente. Desaparece en lo que respecta a la visita de que hemos
hablado y por la dulzura de la contemplación, pero esta presente para guiarnos
y colmarnos
de gracias y para unirnos a El.
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