ORACIÓN: ¿HACER O NO HACER? “El movimiento de
alejamiento de las formas sociales y litúrgicas de oración, que adquirió ímpetu
en la alta Edad Media, hizo que muchos cristianos se imaginaran que la oración
interior, en espíritu y en verdad, era incompatible con las formas exteriores de
oración. Los iluminados españoles del siglo XVI enseñaban a sus discípulos que
el canto y la recitación del Oficio Divino es un obstáculo al progreso de la
oración interior. Inclusive algunos escritores de casta más ortodoxa, que
comprendían que la dignidad y excelencia objetivas del Oficio Divino como
oración pública de la Iglesia debían defenderse y sostenerse, no obstante
trataban a aquel como deber que el contemplativo tenía que aceptar con toda
humildad y sumisión, y no como manifestación de unión amorosa con Dios”. “Debajo
de este error se escondía, en primer lugar, una falsa psicología de la
contemplación. Esta psicología falsa era una super simplificación de la doctrina
verdadera. Los conceptos erróneos eran más o menos estos: toda oración
contemplativa es oración puramente pasiva y es incompatible con cualquier
actividad interior o exterior; es sí que el Oficio Divino encierra actividad
interior y exterior, luego el Oficio Divino y la oración contemplativa son
incompatibles”. “El quietista Miguel de Molinos sostenía que las almas
interiores (esto es, contemplativas) nunca dan gracias a Dios con palabras o con
la lengua, mas permanecen en silencio, para no obstaculizar la acción de Él en
ellas. Molinos añadió (y esto también fue condenado) que cuando más
perfectamente se entregaran pasivamente estas almas interiores en manos de Dios,
más imposible encontrarían el recitar cualquier oración vocal”. “Es totalmente
cierto que en la contemplación mística o infusa el alma se va haciendo
gradualmente cada vez más pasiva bajo la guía del Espíritu Santo, y también es
totalmente verdadero que a veces (pero no siempre) el alma que así es guiada por
Dios encuentra difícil y hasta imposible educir los diversos actos que se
contienen en las formas ordinarias de oración. Más estos estados pasivos de
oración, que son un puro don de Dios, normalmente los concede Él a las almas que
se han ejercitado con fidelidad en la práctica de la virtud y las formas
familiares de oración meditativa y vocal. El camino hacia esta pasividad está en
la vía activa, si bien eso no significa que la oración pasiva pueda adquirirse”.
THOMAS MERTON (“Pan en el desierto”, páginas 24-26, Editorial Sudamericana,
1955. PARA AMPLIAR SOBRE ESTOS TEMAS: “CAMINO DE PERFECCIÓN” (Santa Teresa);
“ENAMORARSE DE DIOS. Práctica de la oración cristiana” (William Johnston); “LA
EXPERENCIA INTERIOR” (Thomas Merton).
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