viernes, 25 de enero de 2013

Jésed - Ora, ten fe y no te preocupes


La verdadera Paz como fruto del Espíritu es la obra del Espíritu Santo en nosotros, en nuestro proceso de imitar a Cristo en el camino de la santidad «Temed a al Señor, vosotros sus santos, Pues nada falta a los que le temen.» (Salmos 34:9); todos somos llamados a ser santos, a dejar obrar al Espíritu Santo en nosotros, a entregarle el control a Cristo. Para que el fruto del Espíritu se muestre y desarrolle en nuestras vidas, debemos unirnos a El «Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden.» (Juan 15:4-6)
Nosotros los cristianos, debemos trabajar por esa Paz, en nosotros y en los demás la Biblia en muchos pasajes nos lo recuerda: «Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.» (Mateo 5:9), «Apártate del mal, y haz el bien; Busca la paz, y síguela.» (Salmos 34:14).

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