En un sermón de Pascua, que se atribuye a Eusebio de las Galias o a Cesáreo de Arlés, se dice: "Alégrese la Iglesia de Cristo, que a semejanza de la bienaventurada María, enriquecida por la operación del Espíritu Santo, se hace madre de una prole divina... Mirad cuántos hermanos nos ha dado desde su integridad en una sola noche, la Iglesia, madre y esposa fecunda... Comparemos, si os place, estas dos madres; su maternidad fortalecerá nuestra fe en ellas. La sombra del Espíritu Santo colmó secretamente a María, y la infusión del Espíritu Santo en la fuente bendita obró lo mismo en la Iglesia. María engendró sin pecado a su Hijo y la Iglesia destruyó el pecado en aquellos que engendró. De María nació lo que era desde el principio; de la Iglesia renació lo que se perdió al principio. Aquélla engendró en favor de los pueblos; ésta, a los mismos pueblos. Aquélla, como sabemos, permaneciendo virgen, sólo engendró un Hijo; ésta incesantemente está dando a luz por obra de su Esposo virgen".
San Beda dice: "Todavía hoy, y así hasta la consumación de los siglos, está siendo concebido el Señor en Nazaret y está naciendo en Belén, siempre que cualquier oyente, después de haber recibido la flor de la palabra, se transforma en casa del Pan eterno. Cada día, en las entrañas virginales, esto es, en el espíritu de los fieles, es concebido por la fe y alumbrado por el bautismo. Cada día la Iglesia,
madre de Dios, siguiendo a su maestro sube de Galilea, que significa "la rueda giratoria" de la vida mundana, a la ciudad de Judá, es decir, a la ciudad del reconocimiento y de la alabanza. y presenta al rey eterno la ofrenda de su devoción. Además, la Iglesia, siendo a semejanza de la bienaventurada Virgen María, esposa a la vez que inmaculada, nos concibe virgen del Espíritu Santo y virgen nos da a luz, sin sufrir los dolores del parto".
Isaac de Stella dice: "La cabeza y cuerpo de Cristo forman uno solo. No obstante, este Uno es Hijo de Dios en el cielo e Hijo de una madre en la tierra. Son muchos hijos y un solo Hijo. Así como la cabeza y el cuerpo son a la vez un hijo y muchos hijos, así María y la Iglesia son una madre y muchas madres, una virgen y muchas vírgenes. Ambas son madres y ambas vírgenes por obra del mismo Espíritu, sin la menor contaminaci6n carnal. Las dos, inmaculadas, dan hijos a Dios Padre. Aquélla, absolutamente libre de todo pecado, engendró la Cabeza en favor del cuerpo; ésta, por su parte, ofreció el cuerpo a la Cabeza, para remisión de todos los pecados. Las dos son madres de Cristo, pero ninguna de ellas sin la cooperación de la otra engendra al Cristo total. Por eso, lo que en las Escrituras, que están inspiradas por Dios, se dice universalmente de la Iglesia, madre virginal. se entiende con toda exactitud como dicho particularmente de la Virgen María; y lo que se afirma de la Virgen María especialmente, se afirma en un plano más general de la virgen madre Iglesia... Del mismo modo, de cualquier alma creyente se puede decir con toda verdad que es esposa del Verbo de Dios, madre de Cristo, hija y hermana, virgen y fecunda. La misma Sabiduría de Dios, que es el Verbo del Padre, nos habla universalmente respecto de la Iglesia, especialmente respecto de María e individualmente respecto del alma creyente". San Alberto Magno declara en su comentario al Apocalipsis: "Día a día la Iglesia da a luz al mismo Cristo por la fe en el corazón de los que escuchan".
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