Castidad y vida criastiana: Vida de Sacramentos:
a. La confesión como un encuentro íntimo con la misericordia de Dios. Si supiéramos qué misterio subyace al sacramento de la penitencia, seríamos asiduos clientes del sacerdote. Confesarnos cuando hemos caído es importante, pues en la confesión recibimos la gracia perdida y volvemos a ser hijos amados de Dios. ¡Cuánto gozo habrá sentido el joven rico cuando su Padre lo estrechó entre sus brazos! (cf. Lc. 15). Si no hemos pecado gravemente y sólo tenemos pecados veniales, la confesión nos da un incremento de gracia y la fuerza para ser fiel a nuestros ideales cristianos. Además, la confesión es un gimnasio de humildad: sin Dios no podemos ser fieles, no podemos ser castos, ni en el matrimonio ni en la vida consagrada…
b. Eucaristía: el Pan Purísimo bajado del cielo. Recibir frecuentemente a Cristo Eucaristía será un estímulo para mantener el corazón limpio de impurezas y pecados.
4. Cultivo de las virtudes teologales, en especial de la virtud de la esperanza. ¿Qué significa la esperanza? Es la certeza, que me viene de la fe, de que Dios va a ser fiel a sus promesas y me dará el cielo. Lo dice san Pablo: “los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros” (Rm 8,18). Si yo me esfuerzo por vivir castamente, aunque sea difícil, aunque signifique renunciar a mi “modus vivendi”, aunque signifique cruz y abnegación, estoy dispuesto a luchar porque sé – tengo absoluta certeza – de que Jesús, que subió al cielo para prepararme una morada, está reservándome un tesoro en el cielo.
a. La confesión como un encuentro íntimo con la misericordia de Dios. Si supiéramos qué misterio subyace al sacramento de la penitencia, seríamos asiduos clientes del sacerdote. Confesarnos cuando hemos caído es importante, pues en la confesión recibimos la gracia perdida y volvemos a ser hijos amados de Dios. ¡Cuánto gozo habrá sentido el joven rico cuando su Padre lo estrechó entre sus brazos! (cf. Lc. 15). Si no hemos pecado gravemente y sólo tenemos pecados veniales, la confesión nos da un incremento de gracia y la fuerza para ser fiel a nuestros ideales cristianos. Además, la confesión es un gimnasio de humildad: sin Dios no podemos ser fieles, no podemos ser castos, ni en el matrimonio ni en la vida consagrada…
b. Eucaristía: el Pan Purísimo bajado del cielo. Recibir frecuentemente a Cristo Eucaristía será un estímulo para mantener el corazón limpio de impurezas y pecados.
4. Cultivo de las virtudes teologales, en especial de la virtud de la esperanza. ¿Qué significa la esperanza? Es la certeza, que me viene de la fe, de que Dios va a ser fiel a sus promesas y me dará el cielo. Lo dice san Pablo: “los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros” (Rm 8,18). Si yo me esfuerzo por vivir castamente, aunque sea difícil, aunque signifique renunciar a mi “modus vivendi”, aunque signifique cruz y abnegación, estoy dispuesto a luchar porque sé – tengo absoluta certeza – de que Jesús, que subió al cielo para prepararme una morada, está reservándome un tesoro en el cielo.
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