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domingo, 20 de abril de 2014
Nuestros "CENACULOS de BETANIA" y la "LECTIO DIVINA".El desconocimiento de las Escrituras es desconocimiento de Cristo.
Lectio Divina (latín: lectura divina, ‘lectura orante’)? es una metodología de reflexión y oración de un texto bíblico utilizado por católicos desde los primeros años del Cristianismo. El primero en utilizar la expresión fue Orígenes (aprox. 185-254), teólogo, quien afirmaba que para leer la Biblia con provecho es necesario hacerlo con atención, constancia y oración. En el centro de la práctica de la lectio divina se encuentra una actitud receptiva y reflexiva de lo que Dios dice por medio de la palabra.
Contempla cuatro partes: lectio, meditatio, oratio y contemplatio (lectura, meditación, oración y contemplación). Éstas deben realizarse en silencio y contemplativamente. Durante el medioevo, esta metodología era utilizada principalmente entre el clero monástico. Con el tiempo se extendió a los fieles Actualmente es una práctica común entre los católicos practicantes.
El Papa emérito Benedicto XVI, es un enamorado de la Lectio Divina.
"Los exhorto a familiarizarse con la Biblia, a tenerla a mano a fin de que sea para ustedes como una brújula que indica el camino a seguir. Leyéndola, aprenderán a conocer a Cristo. San Jerónimo afirma al respecto: “El desconocimiento de las Escrituras es desconocimiento de Cristo”. Un modo muy eficaz para profundizar y gustar la palabra de Dios es la lectio divina, que constituye un verdadero itinerario espiritual en etapas. De la lectio, que consiste en leer y releer un pasaje de la sagrada Escritura tomando los elementos principales, se pasa a la meditatio, que es como una parada interior, en la que el alma se dirige a Dios intentando comprender lo que su palabra dice hoy para la vida concreta. A continuación sigue la oratio, que nos permite entablar con Dios un coloquio directo, y finalmente se llega a la contemplatio, que nos ayuda a mantener el corazón atento a la presencia de Cristo, cuya palabra es “lámpara que brilla en lugar oscuro, hasta que despunte el día y se levante en nuestros corazones el lucero de la mañana” (2 P 1, 19). La lectura, el estudio y la meditación de la Palabra tienen que desembocar después en una vida de coherente adhesión a Cristo y a su doctrina".
(Benedicto XVI)
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