Hoy las lecturas presentan dos tipos de religiosidad:
* una religiosidad vacía, arrogante, pomposa, formalista, caracterizada por la exterioridad y por un legalismo inútilmente cruel, dominada por hombres ávidos de poder, honores y triunfos,
* una religiosidad de servicio. Jesús contrapone a lo anterior, el cuadro de una comunidad evangélica, de la que surgen las verdaderas, radicales exigencias de su mensaje; en donde los miembros se reconocen hermanos (advirtamos que el mandato "vosotros, en cambio, no os dejéis llamar "maestro", porque uno solo es vuestro maestro", no viene seguido por la conclusión "y todos vosotros sois discípulos", sino «todos vosotros sois hermanos»); en donde no hay hinchados poseedores de la verdad, sino humildes y apasionados buscadores; en donde hay abundancia de "ministros de la paciencia de Cristo"; en donde los responsables reivindican el colosal privilegio de servir; en donde la grandeza está medida por la... pequeñez; en donde la "carrera" esta determinada por los impulsos de... caridad; en donde quien ejerce la autoridad no oscurece y no tiene la pretensión de sustituir la única presencia del único jefe, sino que la hace visible, casi sensible, con su trasparencia y su capacidad de "desaparecer"; en donde nadie pretende dominar o controlar y manipular a los otros; en donde los únicos títulos válidos son los de la fe y... del "aspirante cristiano".
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