lunes, 21 de abril de 2025

Comentario a las lecturas del Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor 20 de abril de 2025

Caminar desde Cristo.: Comentario a las lecturas del Domingo de Pascua de...

Iniciamos, el Tiempo Pascual, una cincuentena de días en el que el Resucitado terminó la formación de sus discípulos desde la fuerza del prodigio de su Resurrección.


Meditemos sobre los hechos ocurridos al final de la vida de Jesús: la gloria de Jesús un día llegará a nosotros mismos, a nuestros cuerpos el día de la Resurrección de todos. Este es otro de los grandes misterios de nuestra fe que no debemos, ni podemos, obviar

Vivimos en un mundo en el que la injusticia y la mentira triunfan y campan por doquier. Los justos no tienen, en este mundo, mejor suerte que los injustos. De una manera especial, nuestra fe en la resurrección nos dice que merece la pena seguir intentando ser justos, aunque por esto tengamos que sufrir, en este mundo, penas y hasta el mismo martirio. Dios nos resucitará, como resucitó a Jesús, en nuestro último día, y nos juzgará según nuestras obras y su infinita misericordia. Nuestra fe y nuestra esperanza en la resurrección pueden y deben iluminar nuestro difícil caminar aquí en la tierra.

Si incomprensible es aceptar el valor del dolor y la muerte, más, casi imposible, es aceptar la resurrección. Sin embargo, Cristo ha resucitado y nosotros también resucitaremos: la vida no se acaba con la muerte. Con la muerte es cuando realmente comienza. Una vida sin lágrimas, sin penas, sin dudas, sin angustias, sin prisas, sin dolores, sin miedo a nada.

La fe en la resurrección ha sido, de hecho, para muchas personas, una fuerza interior profunda que les ayudó a soportar grandes dificultades y hasta el propio martirio. San Ignacio de Antioquia, a principios del siglo II, les escribía a sus fieles cristianos, cuando iba camino del martirio, que deseaba ser triturado por los dientes de las fieras, para poder así ofrecerse a Cristo, como pan triturado e inmolado, y unirse definitivamente con el Resucitado. Este mismo sentimiento experimentaron, sin duda, algunos de los apóstoles y discípulos de Cristo, cuando caminaban hacia el martirio. La fe en la resurrección fue para ellos, y debe ser para todos nosotros, una fuerza mayor que el miedo a la muerte. Fue su fe en la resurrección la que les convirtió en testigos valientes y en mártires cristianos.


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