La Pascua de Jesús es la esencia del ser cristiano. Los fieles necesitamos ser familiarizados con el Misterio de la Pascua. Como cristianos, llamados a ser testigos, debemos adquirir una comprensión más profunda de la Resurrección como realidad de salvación personal y desde allí,
salvación comunitaria. Una fe cristiana sin los contenidos de la Resurrección es una fe vacía y sin compromiso de vida. La Pascua es la verdadera fuente y el origen de nuestra vida religiosa. La Pascua es una oportunidad única para ahondar en nuestra realidad de bautizados. Es llegar al fondo del ser.
Vivir el Misterio de la Resurrección es vivir en mí
mismo que una realidad nueva, de vida, se ha apoderado de mí. Fieles a la
Pascua, a la Resurrección, a la Vida.
Continuamos escuchando la «revelación» que tuvo S.
Juan en Patmos y que fue motivada por las condiciones adversas por las que
estaban pasando los cristianos del Asia Menor. El culto imperial, que había
comenzado a desarrollarse en tiempos de Augusto, adquirió proporciones
extraordinarias en el de Domiciano, amenazando con sumergir a todas las
cristiandades del Asia. Los cristianos se opusieron valientemente a dicho
culto, por cuyo motivo, Domiciano desencadenó una cruenta persecución. El
Apocalipsis es, pues, un libro de consolación dirigido a las cristiandades
perseguidas por el poder civil.
Tiene como finalidad animar a los fieles y
exhortarles a permanecer firmes en la fe, pone ante sus ojos la perspectiva del
triunfo definitivo de Cristo sobre todos los poderes del mal. Les inculca
reiteradamente la paciencia en las persecuciones y les anima a oponerse
valientemente a la recepción de la «señal» de la Bestia - el poder imperial -,
y a no reconocer su carácter divino. El triunfo de Cristo llegará pronto y los
cristianos verán tiempos mejores. Los himnos de alabanza que entonan los
cristianos que ya han triunfado, en la liturgia celeste, son como la respuesta
a las aclamaciones del culto pagano tributado a los Emperadores. También S.
Juan quiere inculcar a las Iglesias la vigilancia celosa y fiel de la pureza de
la fe, amenazada entonces por diversos errores doctrinales.
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