viernes, 4 de octubre de 2013

Preparación a la oración.

Para hacer oración hemos de prepararnos.
¿Cómo? Mediante una preparación remota y otra preparación próxima. En cuanto a la preparación remota, debes distinguir , en su unidad, la vertiente interior y la exterior. consideremos cada una de ellas. La preparación interior consiste en mantener tres actitudes propicias: purificación de la conciencia , pues cuando la conciencia no condena se abre a la confianza; humillación de la mente, pues el Señor vuelve su rostro a las súplicas de los indefensos; y perdón de las injurias, pues el Señor nos dijo que cuando nos dispongamos a hacer oración tenemos que perdonar de corazón lo que tengamos contra otros hermanos. A su vez, la preparación exterior se cumple también en tres actitudes: en el cumplimiento de los mandamientos de Dios, pues esa fidelidad es garantía de ser escuchados; en la reconciliación con el hermano ofendido, pues el Señor nos ordenó que antes de hacer la ofrenda sobre el altar vayamos a reconciliarnos con él; y en el acompañamiento de obras de caridad, pues el Señor dijo que el clamor de la plegaria supone partir el pan con el hambriento...
Hazlo así, y te encontrarás, invitado y movido a hacer oración. Preparación próxima a la oración
  La preparación próxima para la oración o encuentro con Dios ha de ser también interna y externa.
Se da preparación interna cuando se cumplen tres condiciones: recogimiento del corazón, simbolizado en el Evangelio en cerrar la puerta, entrar en el cuarto y hacer silencio; aplicar la intención-atención al Señor, pues verdaderamente oramos cuando no pensamos en otra cosa que en el Señor; y excitar devotos afectos para con Dios, meditando acerca de nuestra miseria y sobre su bondad y misericordia. En la consideración de nuestra miseria aprendemos a saber pedir, y en la consideración de la divina misericordia aprendemos cómo debe ser nuestro deseo. Se da preparación externa cuando adoptamos las formas adecuadas que ayudan al diálogo con el Señor: postura digna y adecuada para el encuentro, vestido propio del encuentro con el amigo y padre, y profusión de gestos en los que se manifiesten los sentimientos del alma : de rodillas, manos extendidas, golpes de pecho, levantar o bajar la mirada, cerrar los labios o irrumpir en palabras de amor, derramar lágrimas, exhalar gemidos y suspiros ..... Si todo esto lo cumples, hermano, no dudes que tu encuentro con el Señor en oración será para ti fuente de vida, de amor, de generosidad, de entrega.

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