Caminar desde Cristo.: Comentarios a las Lecturas del XXVII Domingo del T...:
Dos de los textos litúrgicos de este domingo –primera lectura y Evangelio--inciden directamente en la valoración de lo que debe ser el matrimonio cristiano. Y resulta más que obvio que el tema es de completa actualidad en estos días. Jesús definió ya hace más de dos mil años la indisolubilidad del matrimonio frente a la Ley de Moisés que permitía al marido la entrega de un libelo de repudio a la esposa: una fórmula de divorcio legal. Bien es cierto que ley mosaica dejaba al marido como juez y parte en la decisión de despedir a la mujer y como enseñan los historiadores llegó a entregarse el libelo de repudio a esposas ejemplares por el simple hecho de haber envejecido y no ser ya del agrado de los maridos.
Nunca como hoy, el amor ha sido tan expresado, ninguneado, cantado, celebrado o televisado. Pero ¿Es auténtico amor? ¿Es amor llevado hasta las últimas consecuencias? ¿Es amor de corazón o amor de pantalla? ¿Es amor de escaparate o amor que busca el bien del otro? ¿Es amor que se da o cuento que se vende? A las personas las tenemos que querer como son, con colores distintos y a veces demasiados variados. Vivir de espaldas o, marcharse por el foro, no es amor: es oportunismo.
No podemos caer en el error de pensar que amor es igual a contrato temporal con una persona. No es bueno, entender el amor o el matrimonio, como aquel amigo que, después de jugar durante una temporada con otro amigo, se aburrió de permanecer con él porque ya no le divertía y lo abandonó. El amor no es un juego ni, los amantes, son juguetes. Ni el matrimonio es un viaje en busca de placer.
Dios reconoció que a su gran obra le faltaba algo. Que al hombre le faltaba una compañera. No sé por qué me da que, también al mundo, a la sociedad también le falta “algo” el amor auténtico, fiel, dialogado, recíproco y transparente.
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