Orar es saber que Dios nos ama y responder a ese amor.
Santa
Teresa De Jesús De Los Andes es la primera Santa chilena.
Celebración en
la Plaza San Pedro, el 21 de marzo de 1993, fue canonizada en Roma.
¡Cómo ruego por ti, mi pichita querida, para
que seas completamente de Jesús! Ahora ya no hay diferencia entre nosotras.
La casita de nuestras almas no tiene más que un solo dueño, un mismo Sol que
las ilumina, y este dueño es nuestro Jesús. ¡Cómo se enternece mi alma al
pronunciar este nombre santo! ¡Cómo me lleno de una alegría inexplicable!
Quisiera que a ti te sucediera lo mismo ¡Encierra tanto esta sola palabra:
Amor Infinito de un Dios humanado, de un Dios anonadado por nosotros...! En
este instante, mi alma se halla bajo el peso infinito de su amor. ¡Es tan
bueno para con nosotros, criaturas tan miserables...! Estoy con El solo en mi
celdita. Todo un Dios con su criatura. Estoy sumergida en El. Perdida en su
inmensidad. Compenetrada por su sabiduría. Viviendo porque El es mi principio
de vida, mi todo.
Cada día que pasa, hermanita, comprendo mejor que "solo Dios
basta". Esa es la máxima que tengo sobre mi cruz. Que también sea la
tuya. Búscalo a El y lo encontrarás todo. Las criaturas ¿qué nos pueden dar,
si no tienen más que miseria? Despréndete de ellas: Busca a Dios allí, en el
fondo de tu alma y, cuando estés triste, expónselo todo y quedarás alegre;
porque El te dará a conocer que, siendo Dios, sufrió más por ti que todo lo
que los hombres han sufrido. Y no sólo esto, sino que ha sufrido
infinitamente.
Obra por amor a El. No busques el agrado de las criaturas.
¡Se equivocan tanto en sus juicios...! Mientras que Dios te penetra en
cada instante cual si fueras la única criatura existente. Piensa que,
mientras tú duermes, mientras tú obras y vives, hay un Ser infinito que se
ocupa de darte vida, de amarte con un amor eterno infinito... ¡Cómo quisiera
penetrarte de estos pensamientos que hacen que todo desaparezca, para no
tener nada ante sí, sino a Dios! Entonces, ¡qué paz, qué alegría
experimentamos! Se comprende, pues nuestro centro es El. Entonces vivimos
vida de amor, vida de cielo...
Para esto, hermanita, hemos sido creadas: para alabar y amar a Dios.
Todo lo demás, es nada, es vanidad. Si cada mañana al comulgar nos
preparáramos un poco mejor, ¡cómo nos aprovecharíamos de nuestra comunión...!
¡Cómo pasaríamos el día entero en éxtasis de amor para con ese Dios inmenso,
majestuoso, hecho alimento de nuestras almas! En el cielo, hermanita, los
ángeles lo contemplan faz a faz, pero nosotros los hombres lo poseemos cada
uno, nos identificamos con El. En esos momentos en que mi alma está unida a
Dios, cesa todo para mí. Me faltan palabras, hermanita, para expresar la
dicha divina que experimento. Siento al Infinito, al Eterno, al Santo
todopoderoso, al sapientísimo Dios, unido con la nada pecadora. Entonces
adoro y más amo. Entonces es cuando el alma se siente pura. Está en la fuente
de la santidad.
Una verdadera esposa ama a su esposo y no lo contraría en nada, antes
busca en todo el agradarle. Cumplamos, pues, nosotras la voluntad de Dios en
todo, aunque a veces se presente de una manera mortificante; aunque a veces
se presente contrariando nuestro propio parecer y juicio. Esto es amar a
Dios. Esto es vivir correspondiendo a ese amor infinito, divino. Cuando
tropieces con alguna dificultad en el camino del deber, piensa que Dios te
mira y que ve tu repugnancia por obrar, midiendo tu amor para recompensártelo
después. Piensa que Dios te está amando en ese momento infinitamente, se está
ocupando de ti como si no existiera en el mundo criatura alguna; que te está
sosteniendo para que vivas, ¿y podrás dejar de obrar ante la consideración de
semejante bondad?
Oh hermanita, vivamos amando el Amor. Seamos hostias de alabanza a la Stma.
Trinidad. ¿Y cómo? Cumpliendo en cada instante la voluntad
de Dios ¡Si supieras la felicidad que inunda mi alma en cada momento de mi
vida escondida en Dio! ¡Si supieras la felicidad que inunda mi alma en cada
momento de mi vida escondida en Dios! No quisiera saber ni tratar nada que no
fuera El. Comprendo que aún no lo conozco y que [no] lo amo con todas las
fuerzas de mi alma. ¿Qué será, pues, cuando Dios se descubre a un alma santa?
¿Cómo podrán vivir en medio de las miserias de este destierro, no pudiendo
contemplarle incesantemente por tener la naturaleza necesidades apremiantes?
No hay comentarios:
Publicar un comentario