lunes, 28 de octubre de 2013

La espiritualidad y la oración.

La espiritualidad y la oración.


La Palabra ESPIRITUALIDAD, refiere, en el sentido cristiano, a la vida guiada por el Espíritu Santo, y está vinculada a momentos diversos de la historia de la salvación, a la historia de la Iglesia o de los diversos estados de vida cristiana, o también a los muchos maestros o escuelas que han seguido a Cristo en la vivencia de particulares carismas. ESPIRITUALIDAD, del sustantivo “espíritu”, se opone a la “carne”, pero no al CUERPO, y es para San Pablo todo lo ordenado y guiado por el espíritu de Dios. Cuando hablamos acá de espiritualidad nos referimos preferentemente a la CALIDAD DE VIDA DE UNA PERSONA O DE UN GRUPO QUE VIVE UN IDEAL RELIGIOSO.
Procurar una vida espiritual supone por tanto llenar la vida entera con la presencia de Cristo, dejarnos conducir por su Espíritu, tener como vocación la santidad, y ser en la parcela del mundo en la que Dios nos ha sembrado Luz y sal y levadura y evangelio. Es esa invitación de Jesús a los suyos: “Estar
en el mundo sin ser del mundo” la que resume el modo de hablar del Maestro sobre la vida espiritual. Para llevar una vida espiritual no hay que dejar la familia, renunciar a nuestro trabajo, o retirarnos de las actividades sociales o políticas, o dejar de interesarnos por la literatura, el arte o la música, y tampoco exige la práctica de formas ascéticas severas o de largas horas de oración. (Sólo algunos en la Iglesia buscan a Cristo de esta manera, en una vocación particular). La vida espiritual es una vida en la que somos transformados totalmente por el Espíritu del amor. Aparentemente todo sigue igual, pero realmente todo cambia a partir de ese momento.
Y es aquí entonces donde aparece la ORACIÓN. Espiritualidad o vida espiritual y oración están íntimamente vinculadas, no pueden estar una sin la otra, son parte de una misma realidad. Para algunos, quizá para muchos, cuando se habla de ORACIÓN, vienen a la mente imágenes incompatibles con una vida de familia o de trabajo, una vida en medio del mundo. Pero esto no es así, y de hecho podemos afirmar sin temor a equivocarnos que TODO ES ORACIÓN, si añadimos la frase paulina “para los que aman a Dios”. Quiere esto decir que cultivar la constante presencia de Dios en nuestra vida es una manera de orar y así desarrollar en nosotros una intensa vida espiritual. Un carmelita francés, el Hno Lorenzo de la Resurrección, afirmaba: Dios es un hábito del corazón, Dios está dentro de ti, Dios siempre te sorprende, y tenía la certeza de que “donde sea que esté, Dios también está allí”. En fin, cada uno debe encontrar la oración más personal, la que más se adecua a su modo de ser y a sus circunstancias únicas e irrepetibles, pero ha de procurarse siempre que esa oración brote del corazón, de lo más hondo de la persona; es la certeza de su autenticidad.
Permítanme añadir algo más. Espiritualidad o vida espiritual y oración están a su vez vinculadas con dos condiciones: el SILENCIO y la SOLEDAD. Vuelvo a lo que decía en el párrafo anterior: esto no significa que debamos aislarnos de los demás, o que en medio del agobio y el ruido de nuestra vida cotidiana no podamos encontrar a Dios o vivir cerca de Él. Es importante crear un oasis en medio de nuestra vida para nosotros y para Dios. Importante encontrar momentos y lugares para callar y escuchar, para experimentar la conversión, para liberarnos de las cargas inútiles, para no ser víctimas de la sociedad o de nuestro falso yo. Henri Nouwen dijo: “La soledad es el horno de la trasformación”. El cristiano ha de ser capaz de construir su propio desierto, al que podamos acudir guiados por el Espíritu, y en donde nos dejemos configurar por Cristo, según su propia imagen.
Silencio y soledad no están opuestos a la COMUNIDAD, todo lo contrario. La soledad es esencial para la vida en comunidad, porque no sabe estar con los otros quien no sabe estar solo. Y el poder de la palabra, del mensaje, se descubre únicamente desde el silencio; es del silencio de donde brota la Palabra.
Como ves, hablar de espiritualidad es hablar de un camino de crecimiento y trasformación interior. El ser humano siempre está en proceso, no está nunca acabado. Esto vale en el sentido biológico o psicológico, pero sobre todo es fundamental en el camino espiritual. El cristiano ha de procurar siempre adentrarse en el misterio de Cristo, cultivar la amistad con Dios, y aprovechar los recursos que le ofrece la iglesia para, guiado por el Espíritu, descubrir el rostro de su Señor Resucitado en medio de la historia humana. De ahí la insistencia con que nuestros pastores nos convocan a cultivar una espiritualidad, a ahondar en nuestro conocimiento de Cristo, a tener una vida de oración; a menudo constatamos que muchos hermanos nuestros en la fe no aprovechan la riqueza enorme de la tradición espiritual católica, mientras andan buscando desesperadamente en otras tradiciones un poco de agua que calme su sed interior.
Me atrevo a dejarte unas PROPUESTAS para que pienses y tomes decisiones importantes para tu vida cristiana. Léelas detenidamente y saca de ellas propósitos firmes para tu desarrollo espiritual.
1- La vida cristiana es un camino que nos conduce a la plena comunión con Dios; es crecimiento interior, identidad con Cristo. No te conformes con lo mínimo, no aceptes la mediocridad en tu vida espiritual.
2- Descubre el Valor de la Sagrada Escritura. La lectura cotidiana y meditada de la Palabra de Dios es alimento necesario para poder adentrarse en los caminos del Espíritu.
3- Recibe a María en tu vida, como madre, como hermana, y como maestra también de tu vida espiritual. El rezo del Rosario puede convertirse en la llave que abra tu vida interior a la experiencia contemplativa.
4- Acércate a los Santos también, a esa pléyade de testigos que a lo largo de los siglos han vivido la fe en las más disímiles circunstancias; ellos pueden hacerte descubrir la belleza del camino que sigues, la alegría que nace del encuentro con el evangelio, el sentido de una vida dedicada a Cristo.
5- Procura, cada día, un momento de soledad y de silencio, ya sea en tu propio hogar, o en un lugar donde consigas recogerte por un rato, mientras agradeces a Dios la luz de cada jornada, luz interior digo, confianza.
6- Ama tu comunidad cristiana, gózate de tu pertenencia a la Iglesia, ora por los que en ella trabajan por el Evangelio. La Eucaristía es el centro de una vida que quiere ser guiada por el Espíritu, en ella encuentra alimento tu deseo de santidad.
Santa Teresa de Jesús escribió acertadamente en el Libro de su Vida: “A mi parecer no es otra cosa oración sino tratar de amistad, estando muchas veces a solas con quien sabemos nos ama”. Los protagonistas de esta historia son dos: Dios, que se da a sí mismo, y el ser humano, que le responde. Llamada y respuesta de AMOR. La invitación de nuestros obispos a cultivar la ESPIRITUALIDAD no es una tarea más: es otra llamada de Dios a la VIDA.
(Tomado del Blog AMIGOS DE THOMAS MERTON.. Autor Manuel).

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