Hoy las tres lecturas, tienen
un substrato común y explicitan mutuamente aspectos de la vida cristiana.
Primeramente, podemos
considerar la corrección fraterna. Se trata evidentemente de ayudarse,
valorarse, animarse, corregirse con humildad y por razones que superen las
simpatías o antipatías. El único móvil cristiano es el bien de los demás. Es
bueno prestar mucha atención a la facilidad con que nos hundimos mutuamente, al
hecho de desacreditar públicamente, a la crítica fácil cuando los demás no nos
oyen o no se pueden defender.
En segundo lugar, se hace
referencia a la autoridad (diaconía) eclesial. Ya que la comunidad se construye
alrededor de una autoridad que orienta, dirime cuestiones, une los corazones
divididos y ayuda a la interpretación de las llamadas del Espíritu. Como mínimo
se pide que todos sepamos dialogar.
Añadir título |
En tercer lugar,
la comunidad gira alrededor de un eje que la vertebra fuertemente y la transforma: la plegaria. Se puede recordar los momentos de plegaria eclesial en el libro de los Hechos. Se reza en el dolor, la persecución, el gozo, antes de las decisiones... Se puede considerar a la iglesia como comunidad que ora y su intervención orante en los momentos decisivos de la vida cristiana.
Finalmente, se insiste en que
la comunidad -el vivir en común- es presencia del Señor. Se podría valorar el
"reunirse", dándole su sentido originario de compartir en comunidad
.¿De qué manera hacemos caso a la comunidad eclesial? Conviene examinar nuestra
posición ante ella y considerar qué es lo que debemos corregir personalmente
para permitir un mejor dinamismo comunitario.
El evangelio de hoy, nos habla
más bien de auto excomunión (queda fuera de la comunidad el que no quiere
aceptar el estilo evangélico). Siempre es útil recordar que la virtud no se
impone por la fuerza, sino por el amor, el respeto y la libertad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario