lunes, 23 de abril de 2012

Somos frágiles y en esa nuestra debilidad podemos hallar también la realidad luminosa de Dios.(I)

Somos frágiles y en esa nuestra debilidad podemos hallar también la realidad luminosa de Dios.

Sostenidos por el Amor



Yo me sé sostenida y este sostén me da calma y seguridad. Ciertamente no es la confianza segura de sí mismo del hombre que, con su propia fuerza, se mantiene de pie sobre el suelo firme, sino la seguridad suave y alegre del niño que reposa sobre un brazo fuerte, es decir, una seguridad que, vista objetivamente, no es menos razonable
De Ser finito y ser eterno. (Edith Stein).


Seguridad, ésta es una palabra importantísima para el mundo de hoy. Nos sentimos amenazados por mil y una realidades, pero también por numerosos fantasmas que sirven a intereses poderosos. Una sociedad bajo amenaza es siempre susceptible de vender su libertad a cambio de “seguridad”. Pero ¿qué seguridad nos venden? ¿Puede ser tal cuando hace de las personas distintas una potencial amenaza? ¿O cuando convierte la injusticia en “seguridad” para el bienestar de algunos? ¿Dónde los límites? Podríamos seguir indefinidamente, pero quizá baste con preguntar qué es seguridad y qué es amenaza.
En medio de esta complejidad, encontramos demasiadas veces personas que se sienten incapaces de sostenerse sobre sus propios pies: mantener sus convicciones, apostar por algo en la vida, emprender nuevos retos, descubrir otros horizontes… en resumen, vivir convencidos de que pueden mantenerse en pie en medio de los cambios, la inseguridad y las incertidumbres de la vida.
Entre una sociedad blindada y unas personas frágiles, parece que no se puede encontrar una salida. Edith Stein, con su peculiar sensibilidad ante lo oscuro de nuestra humanidad, nos ayuda a volver la mirada hacia la fuente de la Vida. Hay muchas ofertas: para nuestras necesidades, para nuestros deseos; ofertas de sentido y de amor, de metas y de proyectos. La que nos ofrece Edith está más allá de nuestras manos y se encuentra en las manos de Otro que nos sale al encuentro desde el interior de nuestra propia debilidad.
Su experiencia nos ayuda a reconocer, además, el ensueño de muchas de nuestras presuntas seguridades. Junto a la sana confianza y seguridad personales, no olvidemos la tentación de afirmarse por sí mismo ante todo y frente a todos. Buscar en la propia fuerza el sostén de nuestra vida, fundar en nosotros mismos la consistencia de nuestro ser, dominar lo más posible para sentirnos a salvo. Fatal engaño.Edith Stein no fue una mujer falta de recursos. Su capacidad personal podía hacerla especialmente vulnerable ante esa seducción de la seguridad de lo humano en sí mismo. Sin embargo, su mayor riqueza está en la hondura de su experiencia del Espíritu. Desde ella, su voz nos devuelve con serenidad a la verdad reconciliada de nuestra propia fragilidad. Somos frágiles y en esa nuestra debilidad podemos hallar también la realidad luminosa de Dios.

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